Los médicos diagnostican el
síndrome de Tourette luego de asegurarse que el paciente ha padecido de tics
vocales o motores durante por lo menos un año. La existencia de otras
condiciones neurológicas o siquiátricas (como la presencia de distonía) también
puede ayudar a los médicos a hacer el diagnóstico. Los tics más comunes rara
vez son mal diagnosticados por médicos competentes. Sin embargo, la presencia
de síntomas atípicos o la presentación atípica de síntomas (por ejemplo, la
aparición de síntomas en la edad adulta), podrían requerir de la ayuda de
especialistas para lograr un diagnóstico. El diagnóstico generalmente no
requiere de exámenes de sangre o de laboratorio sino de estudios utilizando
técnicas de diagnóstico por imagen, tales como la resonancia nuclear magnética,
la tomografía computarizada y el electroencefalograma, además de ciertos
exámenes de sangre que pueden utilizarse para descartar la existencia de otras
condiciones médicas que podrían confundirse con el síndrome de Tourette.
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